La capacidad de enraizamiento de la vid es sorprendente. A pesar de tratarse, en el caso de la albariza, de un terreno de lodos compactados casi petrificados, se han encontrado raíces incluso a 15 metros de profundidad.
Eso, sumado a la capacidad para retener humedad y su riqueza mineral, hace que anualmente sigan brotando vides de esas raíces tras 30 años de desplantadas
En el siglo XVIII esta viña perteneció, primero, a José-Francisco Pineda y Josefa Enanzueta y, después, a sus hijos José-María (beneficiado de la Iglesia Mayor Prioral de El Puerto), Francisco-Javier (teniente de navío) y Pedro (brigadier de la Armada).
José de la Herrán la compró a los hermanos Pineda y la vendió en 1814 a Jerónimo Malagamba Vallarino (del comercio de Guatemala), de quien pasó a su cuñada Jacinta García (mujer de Lorenzo Malagamba) y, después, a su sobrina María-Manuela Malagamba en 1825. Al año siguiente la adquirieron Tomás Ravina y Agustín Albertis.
A finales del siglo XX, esta finca fue parte de los viñedos que la importante empresa vinatera portuense Osborne y Cª. cultivó en los términos de El Puerto y Jerez antes de proceder a su venta.
A principio de los años 90 fueron sustituidas las casi 20 Has. de viñedo por cultivos convencionales.