El aprovechamiento sostenible de los recursos naturales y las circunstancias ambientales ha marcado el aspecto y la forma de vida de los pueblos. Así sucedió en nuestra comarca al noroeste de la provincia de Cádiz.
El transcurso de los años y el proceso de modificación natural, así como la intervención del ser humano, ha sido el origen de muchas de las actividades que aquí se desempeñaron en distintos momentos de nuestra historia, pero también de su paisaje
Hace millones de años, este territorio formó parte de un delta que acumuló minerales procedentes de las zonas interiores al que se incorporaban sedimentos propios dela vida intermareal como restos de algas, moluscos y crustáceos.
Al retroceder el nivel del mar, quedaron en el interior lagunas saladas que, por evaporación se convirtieron en depresiones con láminas de sal sobre las que se siguió acumulando lodo traído por lluvias ya de agua dulce. Eso redujo la salinidad al paso de los milenios quedando unos depósitos de lodos muy finos, ricos en nutrientes y de distinta salinidad según áreas de la comarca que pueden superar los 30 metros de profundidad. Esos lodos desecados, comprimidos y muy desalinizados, son los que conforman la rica albariza.
El acúmulo de ese material en los huecos dejados por esas lagunas saladas desecadas las ha convertido en depósitos de arcillas muy finas, dando origen a una interesante investigación sobre su origen para que hayan llegado a nuestros días sin terminar de rellenar. Esa investigación propone la posibilidad de que se traten de barreros, es decir, canteras de extracción de barro para la fabricación industrial de cerámicas (ánforas) dedicadas al transporte de aceites y vino. A esta interpretación se presta especialmente la laguna Chica, por su geometría rectangular y acceso en rampa. Esta propuesta coincide con la existencia en las inmediaciones de hornos industriales del periodo romano y la presencia de complejos endorreicos de similares elementos y características en la comarca.