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Ruta Enoturística de la Comarca en El Puerto de Santa María

La Felipona

Estudiar el pasado para enriquecer el futuro

La importancia del relevo generacional en las explotaciones agrícolas va más allá de la simple conservación de la propiedad o las tradiciones. Esta finca está recuperando el almendro, uno de los cultivos mejor adaptados a la albariza como lo es la vid y que conoció su mayor expansión durante el esplendor de Al-Ándalus.

De este periodo nacieron recetas tradicionales de cocina y repostería, medicinas, productos cosméticos, combustible, etc.  Ahora descubrimos que apostando por la calidad y la excelencia de un cultivo tradicional olvidado, se vuelve a generar riqueza

El comerciante italiano Fernando-Francisco Philippo formó esta viña entre los años 1706 y 1710, mediante la agrupación de cuatro suertes colindantes. La gente de la zona le nombraba La Felipona y La Filipona.

Micaela de Tapia, viuda de Philippo, la donó a su muerte al Convento de San Juan de Dios, que la vendió al también comerciante italiano Pedro Cavenago en 1758.

Posteriormente, esta viña pasó a ser propiedad del comerciante francés Antonio Sedze, cuyos descendientes decían en 1817: La viña de la Felipona es la que sostiene el nombre de la Casa (…), es la finca primordial de la familia, y la que conserva la memoria de un buen padre.

En 1838, los síndicos de la quiebra de los Herederos de Sedze la vendieron al bodeguero jerezano Francisco Goitia.

Actualmente se encuentra en un proceso de reconversión con la recuperación del antes tradicional cultivo de la almendra, pero atendiendo a los principios básicos de  la sostenibilidad es decir, rentabilidad, durabilidad y respeto al medio ambiente.

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