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Historia

Real Plaza de Toros

La plaza de toros de El Puerto es uno de los más bellos ejemplos de plazas monumentales española de la segunda mitad del siglo XIX. La tradición taurina de la ciudad es una de las más arraigadas de España. Acudir a los toros en El Puerto es mucho más que asistir a un buen espectáculo taurino. 

Razón tenía Joselito cuando dijo aquella famosa frase que recuerda el azulejo que preside la puerta principal de la Plaza: "Quien no ha visto toros en El Puerto, no sabe lo que es un día de toros". 



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Historia

De antiguo le viene a El Puerto su prestigio torero. Ya con anterioridad a los tiempos de Pepe-Hillo o del rondeño Pedro Romero, tenía bien cimentada su fama la Fiesta en nuestra ciudad: aquella antigua Plaza de las Galeras, que sustitutyó a los andamiajes de la más antigua del Polvorista y que fue anticipo de cosos de madera que se fueron sucediendo con los años en el mismo lugar en que hoy se alza el anillo de piedra, hierro y ladrillo, levantado en el último tercio del pasado siglo; una de las plazas de toros más bellas de toda España.

ARQUITECTURA Y CONSTRUCCIÓN

Forma su planta un polígono regular de sesenta lados, con un diámetro de 99'80 metros; superficie repartida entre una galería exterior, un anillo a doble planta que ocupan los palcos y las gradas cubiertas, y la escalonada zona de tendidos, con un total de dieciséis filas; el aforo supera las doce mil localidades. El redondel de 60 metros de diámetro -uno de los más amplios que existe- queda separado de los espectadores por dos metros de callejón de barrera. Pero aún no son las dimensiones lo más importante que destacar; sino, sobretodo, esa alegría luminosa y colorista, ese "duende" misterioso que da esa gracia arquitectónica, a la Fiesta taurina en esta ciudad un aire especial.

Fue construida por una Compañía, integrada por un grupo de ilustres patricios a quienes presidía D. Tomás Osborne Böhl de Faber -descendiente de la familia de la ilustre escritora Fernán Caballero-. Con motivo de la celebración del Centenario de la Plaza, se le dedicó otro azulejo, frente por frente al que recuerda la inolvidable frase de Joselito "El Gallo". La inauguración tuvo lugar los días 5 y 6 de junio de 1880 con una doble corrida en la que Antonio Carmona "Gordito", de Sevilla, y el cordobés Rafael Molina "Lagartijo", lidiaron toros de Anastasio Martín y de Saltillo. Bordador, llevaba por nombre el primer toro que se lidió en nuestra Plaza. Y aún luce su bien coronada testa en el antepalco regio del coso taurino.

FIGURAS DE LA TAUROMAQUIA

A partir de entonces, pocas figuras importantes de la tauromaquia habrán dejado de pasar por esta Plaza de tan celebrado renombre, que ha sido testigo de la enconada competencia entre "lagartijistas" y "frascuelistas", de la hombría de D. Luis Mazzantini y el pundonor del sanluqueño Hermosilla; que vivieron las inefables jornadas de "Guerrita" el diestro sin competencia; y entró en el nuevo siglo con "Machaquito" y "El Bomba"; que conmemoró en 1912, con solemne corrida regia, el primer centenario de las Cortes de Cádiz; que admiró el toreo sabio del gran Joselito y estalló de emoción ante los ceñidos muletazos de Juan Belmonte... Y después, Manolete "el Monstruo"; los Ordóñez, los Vázquez, los Bienvenidas, el toreo largo de Dominguin, la revolución de "El Cordobés"...

Para conmemorar la inauguración del palco real por parte de S.M. el Rey D. Juan Carlos I se colocó en el pasillo de entrada un azulejo con el siguiente texto: "El 2 de agosto de 1998 S.M. el Rey D. Juan Carlos I honró con su presencia esta Plaza e inauguró el palco regio siendo Alcade-Presidente del Excmo. Ayuntamiento el Iltmo. Sr. D. Hernán Díaz Cortés y se corrieron toros de Jandilla que lidiaron los espadas Emilio Muñoz, Miguel Baez Litri y Manuel Díaz "El Cordobés". Todas las épocas de la historia del toreo, todas las competencias apasionadas que ha establecido el clásico dualismo español, han cumplido años en la Plaza de El Puerto. Por eso, hacer historia de la Fiesta de toros en esta Plaza, es así como ofrecer un panorama de lo que ha sido, en el correr de los tiempos, la historia de la llamada Fiesta Nacional. Es ofrecer, en un transparente catavino portuense, una olorosa copa de vino español.

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