Los ciclos de todas las actividades agrícolas están sometidos a las variaciones circunstanciales y el viñedo no es ajeno a esto. Las tendencias de los mercados, las plagas como la filoxera, la aparición de nuevas oportunidades, etc…
Por eso es especialmente llamativo cuando encontramos viñedos que llevan siglos dando racimos para vino a pesar de las muchas vicisitudes que han ocurrido a su alrededor y que han llevado a muchas viñedos a transformarse o desaparecer
En 1777, José Boullet y Francisca del Rincón (matrimonio) heredaron de Cristóbal Palomino una viña de 10 ½ aranzadas y compraron al Convento de Santo Domingo (de El Puerto) otra contigua de 15 aranzadas, que también había sido de Palomino.
Veinte años más tarde, José Boullet, que era administrador de los bienes del duque de Medinaceli en El Puerto, tuvo que entregarle a éste la viña como parte del pago del alcance que resultó en su contra de la gestión de las cuentas ducales.
Tomás Ravina, su hijo Juan-Andrés y su yerno Agustín Albertis compraron esta viña en 1827, al tiempo que adquirieron también las viñas Pineda y María-Manuela.
La casa de viña, modificada posteriormente, es una de las más antiguas de El Puerto y tenía oratorio.
Entre esta viña y La Rosa había otra, llamada Las Almenillas, cuya casa, en ruinas, fue derruida hace años.