Recién restaurada y reimplantado el viñedo, cuenta con una bodega en cuyo interior, además de dedicarla a la crianza del vino, se organizan eventos principalmente de interés cultural.
Este caso es uno de los más recientes en cuanto a la recuperación del patrimonio etnográfico y enológico. Rehabilitada con respeto a los materiales y con vocación de dedicarlo a alojamiento rural compatibilizándolo con la explotación del viñedo el vino y las actividades culturales
José Belaustegui (comerciante, agricultor, bodeguero y exportador de vinos) compró esta viña para su hermana Magdalena, en agradecimiento por sus cuidados, y le puso su nombre.
En la reforma que se le hizo a la casa en 1820, Magdalena Belaustegui tuvo una participación importante. Durante años la habitó por temporadas y redactó en ella su testamento.
La bodega situada a la derecha de la casa fue construida a principio de los años 1850 por María de los Dolores Gállaga Belaustegui (hija de Magdalena) y Jacinto Ibáñez Pacheco, su marido.
Se desconoce a qué se debe el anterior nombre de la viña, La Casa Pintada, que se impuso al de La Magdalena. Tal era la impronta de este edificio, que para localizar pequeñas viñas colindantes se decía que estaban en el sitio que llaman de la casa pintada. De esta viña sabemos que en los años treinta del siglo XIX era su capataz Simón Bazo y su casero, Manuel de Urguía.